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miércoles, 7 de febrero de 2018

LLÁMAME POR TU NOMBRE




Tratándose de historias de amor hay películas desde las románticas hasta las cursis, desde las que nos muestran la lucha de la razón contra el corazón hasta las que en la pantalla escurren miel, azúcar, y demás glucosa, y aún así “Llámame Por Tu Nombre” de Luca Guadagnino está a punto de rallar en lo rosa, pero no, logra abstenerse de cualquier tono meloso, y si está a punto de caer, entonces retoma el rumbo para entregarnos una cinta de verdadera introspección adolescente. ¿Qué o cómo siente un muchacho que se acerca por primera vez a su sexualidad y corazón?



Dos aspectos evidentes en los adolescentes son: primero las crisis existenciales frecuentes, segundo, que el sentir a partir de esas crisis se lo callan, es cuando empiezan a ocultarle cosas a sus padres, hasta sus amigos, por temor a ser señalados, juzgados, criticados, burlados, o por cualquier circunstancia negativa, por lo tanto, prefieren disfrutar o sufrir en silencio su propia vida.



Este es el punto de la cinta escrita por James Ivory, va más allá de una simple cinta romántica, es sobre los recovecos, los vaivenes de los adolescentes, en cuanto a su sexualidad. Se dice que las personas de esta edad adolecen de prácticamente todo, y no es porque en verdad carezcan de cosas materiales o emocionales, sino más bien es porque si espíritu crece tanto y tan rápido que se perciben como alguien que les hace falta algo, pero no saben qué es. He ahí el punto de esta etapa, el descubrimiento de sí mismos, de lo que necesitan, lo que deben adoptar para sí, de lo que deben rechazar lo que les puede causar desagrado para el resto de su vida, adquirir sus cualidades acentuando o aceptando sus defectos, es decir, el dolor de crecer, el camino hacia la madurez. Crisis existencial, transformación, reafirmación.



“Llámame por tu nombre” de eso se trata, es un viaje hacia las entrañas de Elio (Timothée Chalamet, Lady Bird, 2017), un chico de 17 años arrogante como todo muchacho de su edad que siente ser el dueño del mundo, que puede dominar cualquier situación y a cualquier persona, un muchacho que sólo le interesa él mismo, pasarla bien, disfrutar el momento, despreocupado del futuro, del mañana, sociable, buen hijo dentro de lo que cabe, lindo amigo, y ya, él es nuestro protagonista, no tiene nada de peculiaridad, nada extraordinario; sin embargo lo que lo hace especial es el mundo que le rodea: pertenece a una familia de intelectuales, su padre es erudito e investigador en temas antropológicos e históricos, su madre traductora, Elio sabe tocar el piano, la guitarra, compone música, devora libros, todos hablan varios idiomas (inglés, italiano, francés y de pronto alguien por ahí hasta alemán).



Todo corre normal y apacible en el verano de 1983 al norte de Italia. Un ambiente, podría decirse, aburrido por tanta tranquilidad que se respira, monótono. Entonces llega a casa a pasar una temporada de 6 semanas, Oliver, un hombre de poco más de 30 años, quien ayudará al padre de Elio en alguna investigación. Elio poco a poco aprende a conocer a Oliver, el intelecto de éste hace que se quiera acercar más a él, aunque no se atreve, debe mantener una postura de arrogancia, de indiferencia, no vaya a parecer que le mande señales descaradas, atrevidas o erróneas. A la par, Oliver le corresponde de la misma manera, un trato frío y lejano. Pero en sus miradas, en su trato, se nota que mueren de deseo por acercarse mutuamente, platicar, mirarse, relacionarse, estrechar sus almas, sus manos, sus cuerpos.



Inicia así una historia de amor que nace desde el centro del ser de Elio. Lo notable es la tensión emocional que existe entre un hombre de treinta y tanto años con un menor de edad. También es importante conocer la reacción de los padres ante tal situación que lejos de escandalizarse por la diferencia de edades para que su hijo entable una amistad íntima con Oliver, al contrario, lo dejan ser, le permiten experimentar. Pero importante es también que, al ser una película de amor, no se pronuncia esta palabra, no hay un “te quiero”, no hay un “te amo”, no hay un “te deseo”, solamente hay intenciones veladas, emociones calladas y acciones que de manera implícita nos proyectan ese cariño y ese amor de verano.



“Llámame Por Tu Nombre” habla también sobre ese ser especial que todos conservamos en alguna etapa de nuestras vidas, esa persona a la cual amamos profundamente a sabiendas que ese noviazgo o esa relación durará un muy corto tiempo, pese a esto nos atrevemos a vivir el hoy, el momento, a disfrutarlo al máximo sea lo que sea que dure, lo importante es la felicidad propia y si es a lado de alguien que representa nuestros deseos y afectos pues qué mejor, y si tiene que terminar al menos se vivió, no se quedaron con las ganas.



“Llámame Por Tu Nombre” es una cinta de temática adolescente quitándole lo superfluo, lo material, donde el mensaje (si es que lo hay, o al menos eso me dejó en lo personal) es tomar la primera oportunidad que se nos aparezca, sea un amor, un trabajo, una profesión, un hombre, una mujer, no dejarlo pasar porque la felicidad muy pocas veces llega personalmente a tocar a nuestra puerta, aunque a la postre duela terriblemente.



Mira el tráiler aquí:





LLÁMAME POR TU NOMBRE
(Call Me By Your Name)
Dirige: Luca Guadagnino
Escribe: James Ivory, André Aciman
Con: Armie Hammer, Timothée Chalamet
Produce: Frenesy Film Company, La Cinéfacture, RT Features
Italia, Francia, Brasil, Estados Unidos, 2017
En inglés, italiano, francés, alemán y hebreo
132 min.



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