¿Cuántas veces no nos hemos sentido solas? Perdón solos.
O nos hemos sentido feas, perdón, feos, sin gracia, sin carisma, defectuosos,
relegados, apartados, discriminados, por la misma “comunidad” LGBTTTIQP, cuando
se supone que al ser una minoría deberíamos apoyarnos, auxiliándonos, en lo
emocional, en lo profesional, laboral, en fin, en tantos aspectos de la vida, al contrario, nos ponemos el pie para
trastabillar y no salir adelante. ¿Y todo por qué? Por envidia. Obviamente no
permitiremos que alguien usurpe nuestro lugar en el mundo. ¡Qué pensamiento tan
pobre! Pero así piensan muchos.
Pero no está demás que de viva voz recordemos cuánto
nos hacemos daño y sus consecuencias para que nos demos cuenta de que, en algún
momento, en alguna parte debemos romper con esa cuerda. Alguien debe tomar la
iniciativa de decir basta de discriminar al de al lado.
En esta ocasión tenemos cinco ejemplos muy comunes para
todos nosotros: Marek, un polaco de 24 años que está contento con su propio físico,
se considera a sí mismo, atractivo; Dipankar, de 32 años, indio de nacimiento
que tuvo que mudarse a Dubai por su preferencia sexual mal visto en la tierra
de donde es oriundo; también tenemos al francés de 47 años, Philippe, que ha
permanecido en silla de ruedas por cerca de 20 años; Ramzi, palestino de 31
años, otro homosexual que por vivir libre, pleno y feliz también salió huyendo
de su país para radicar en Bélgica; y por último tenemos a Martin, australiano
de 42 años que su condición con VIH positivo no lo amedrentó para seguir
adelante con su vida.
Estas son las vidas que el director Tristan Ferland
Milewski plasma en su documental Dream Boat. En dicha película y por cerca de una
hora y media vemos y escuchamos las relatorías en voz de sus protagonistas,
estos cinco hombres que abordan el crucero totalmente ilusionados, tratando de
olvidarse aunque sea por algunos días de todo lo cotidiano y divertirse a lo
grande, ligar, bailar, hacer amigos, reír, jotear sabroso, pero conforme a los
días, el mismo viaje les irá confrontando una vez más con la historia que vienen
arrastrando, esos ciclos que no han podido cerrar y que duelen en alguna ocasiones,
o que al menos lo tienen como viejos recuerdos.
Como verán, sus historias ser parecen muchísimo a las
vidas de todos nosotros o de alguien muy cercano, lo atractivo es que nos vemos
reflejados ahí, ya sea a nosotros mismos, o el daño que podemos causar, porque
muchas veces podemos discriminar sin proponérnoslo.
Lo interesante también, es la narrativa
cinematográfica que emplea Milewski, es decir, para todos aquellos que no están
habituados a este tipo de cine, al documental, por ser aburridos, lentos,
tediosos, el estar viendo gente hablando con imágenes que ilustran lo que
platican, Dream Boat está aderezado prácticamente toda la película con mucha
música electrónica, encuadres que capturan un sinfín de cuerpo semidesnudos,
mucho ambiente de antro pero sobre el océano, fiestas, mucho maquillaje,
tacones, disfraces, diversión, cual carnaval del orgullo gay, y al mismo tiempo
vemos como estos cuatro protagonistas tratan de inmiscuirse. El documental es
entretenido, nada tedioso, interesante por lo que platican, sus vivencias como homosexual
dentro y fuera del ambiente. Es muy recomendable.
Entonces al final yo me pregunto ¿por si nosotros
sufrimos de discriminación por nuestros iguales, y nos duele, nos hiere, por también
caemos en eso? ¿Es la dinámica que debe tener la comunidad LGBTTTIQP para que
pueda funcionar? ¿O qué sucede alrededor del mundo que nos empuja ello?
La película está disponible ya en Netflix.
Pueden ver el tráiler aquí:
DREAM BOAT
Dirige: Tristan Ferland Milewski
Documental
Produce: Gebrueder Beetz Filmproduktion, Zweites
Deutsches Fernsehen
Alemania, 2017
92 minutos.